Podríamos decir, simplificando y tal vez exagerando, que existen dos modelos normativos; el latino, que se caracteriza por la existencia de gran profusión de normas, muy rígidas y restrictivas, cuyo cumplimiento no se vigila ni se exige de forma estricta (hay manga ancha o cierta tolerancia y discrecionalidad en la exigencia) y el anglosajón, con menos normas, más prácticas y flexibles, pero cuyo cumplimiento se exige a rajatabla.
En la actualidad, un exponente de lo primero podría ser Portugal, con limitaciones genéricas muy restrictivas (como aquí) y bastante tolerancia o escasa vigilancia con las posibles infracciones. En lo segundo podríamos considerar el caso de Alemania, donde no hay limitaciones genéricas, sino específicas y adaptadas a las vías y circunstancias climáticas y del tráfico y donde el cumplimiento y su exigencia son estrictos.
En España, país muy pendular y dado a bascular entre un extremo y otro, parece que vamos camino de una hibridación en la que seamos los más restrictivos en cuanto a las normas, además de inflexibles y extremadamente controladores en su aplicación. El objetivo de evitar siniestros y muertes, sin duda es loable, pero no me parece este el mejor camino para conseguirlo (tampoco el primero de los casos o modelos citados) por el engorro, coste, dificultades de su implantación y las posibles (y probables) consecuencias derivadas, que algunos otros foreros ya han comentado.
El caso o modelo alemán, con un tráfico mucho más intenso y también ordenado y disciplinado que el nuestro, basado en limitaciones no genéricas, sino específicas flexibles, adaptables y motivadas, me parece más inteligente y eficaz y un mejor modo de aprovechar las posibilidades que ofrece al respecto la tecnología actual.