Bueno compis,
Pues la verdad es que la escritura es algo que me gusta mucho, y aunque no soy ningún Cervantes de la pluma, pero imaginación para nuevas historias no me faltan! ;>)>
El caso es que he escrito este pequeño cuento dedicado a $upervol.
Por favor, $uper, no te enfades! Es sólo una broma! Si te sienta mal, me lo dices y lo quito, no es mi intención ofender! Al contrario, espero que lo encuentres gracioso y te rias, es la intención con la que lo he escrito (un poco rápido, se podrÃÂa mejorar, pero hoy viernes es lo que hay!)
Ahàvá...
------------------
Iba una tarde cualquiera $upervol caminado por la calle, abstraÃÂdo en pensamientos muy personales cuando la vió. Era una rancherita 245 en la acera opuesta, de aspecto coqueta pero que denotaba el paso de los años. No pudo resistirse y la miró unos instantes fijamente a los faros sin aminorar el paso. Bajó la vista hasta la aleta izquierda y acarició suavemente su chapa con la mirada hasta llegar a la cintura. Se ruborizó al pensar en el trasero de aquella rancherita y decidió seguir su paso sin ser infiel a la que ya tenÃÂa esperándole en casa.
Al volver la vista al frente no pudo evitar girar el rabillo del ojo para echarle el último vistazo de soslayo cuando -Oh!, no puede ser!- pensó –me ha guiñado un faro!.
Se detuvo en seco y se giró para colocarse frente al Volvo. Habrá sido una alucinación? No puede ser!, se repetÃÂa una y otra vez. JurarÃÂa que…. Pero eso es imposible!.
En ese mismo momento un hombre de aspecto fornido pero ya muy entrado en años y con abundantes canas salÃÂa de un portal cercano. Al ver a aquel hombre parado frente a su Volvo mirándolo fijamente pensó que algo ocurrÃÂa. Se acercó hasta $upervol y le preguntó con voz insegura;
- Perdone? Le pasa algo a mi coche?
- Es suya esta preciosa rancherita? –contestó con otra pregunta $upervol sin dejar de mirar el 245.
- SÃÂ, es mÃÂa. Bueno, mejor dicho, ya casi no. Acabo de comprar otro coche y me voy a deshacer de esta antigualla. Ahora mismo voy al desguace para que la planchen antes de que se oculte el sol.
$upervol se giró bruscamente hacia el individuo sin poder dar crédito a lo que acababa de oÃÂr. Aquel ser canoso con aspecto de persona mayor estaba a punto de cometer un crimen y encima lo decÃÂa tan ancho. Sin vergüenza alguna iba a cometer este atentado premeditado contra algo tan bello y nadie iba a hacer nada por impedirlo?
Se acercó al hombre con cara de pocos amigos y apoyando sus robustos brazos en los hombros de aquel tipo comenzó a zarandearlo como si fuera un muñeco de trapo al tiempo que le gritaba encolerizado;
- Asesino! Viejo por culo! Te mereces que te planchen a ti el nabo y luego te lo hagan tragar!
El pobre anciano sin saber todavÃÂa el origen de aquel enfado no paraba de hacer aspavientos con las manos para intentar soltarse de los brazos que lo aferraban hasta que cayó al suelo. Acto seguido notó el punzante dolor en el pecho de la primera patada recibida. La segunda. A la tercera comenzó a gritar –Por favor! Déjeme! Haré lo que usted quiera pero pare por favor!- mientras unas gotas de sangre le resbalaban por el labio.
$upervol se detuvo consciente de lo que habÃÂa hecho. HabÃÂa perdido los nervios, pero la ocasión asàlo habÃÂa exigido. Qué más podrÃÂa merecer alguien capaz de acometer tal crueldad de forma tan impávida. Se relajó unos instante y volvió la vista de nuevo hacia la rancherita. Esta vez si pudo ver cómo guiñaba el faro de nuevo e inclinaba suavemente el parachoques delantero hacia arriba a modo de sonrisa. Bajó la vista hasta el viejo y le dijo con voz grave;
- Quiero la ranchera!
- Es suya! Llévesela, tome las llaves y es suya- decÃÂa el viejo al tiempo que le tendÃÂa un llavero con el sÃÂmbolo de la marca en el centro.-
- No! Esto no es un robo! A ver cuanto llevo encima…. Hmmm…. Tengo 30 euros. Se la compro!
- Bien! –respondió el anciano con voz temblorosa- tome estas llaves y es suya!
- Gracias. –constestó $upervol al tiempo que cogÃÂa las llaves y se giraba en dirección a la 245- Ah! Y que no vuelva a verle por aquÃÂ. Ha demostrado usted ser una persona infame y sin sentimientos. Espero que desaparezca de este pueblo y no vuelva a verle jamás. –sentenció sin girar la cabeza-.
EPÃÂLOGO
Ese dÃÂa $upervol llegó a casa con su nueva adquisición. Orgulloso de haber salvado un Volvo más de la quema sin escrúpulos de la sociedad de consumo, y contento por lo baratito que le habÃÂa salido. Al menos este anda, que por 30 euros!.....
;>)> ;>)> ;>)>
Pues la verdad es que la escritura es algo que me gusta mucho, y aunque no soy ningún Cervantes de la pluma, pero imaginación para nuevas historias no me faltan! ;>)>
El caso es que he escrito este pequeño cuento dedicado a $upervol.
Por favor, $uper, no te enfades! Es sólo una broma! Si te sienta mal, me lo dices y lo quito, no es mi intención ofender! Al contrario, espero que lo encuentres gracioso y te rias, es la intención con la que lo he escrito (un poco rápido, se podrÃÂa mejorar, pero hoy viernes es lo que hay!)
Ahàvá...
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Iba una tarde cualquiera $upervol caminado por la calle, abstraÃÂdo en pensamientos muy personales cuando la vió. Era una rancherita 245 en la acera opuesta, de aspecto coqueta pero que denotaba el paso de los años. No pudo resistirse y la miró unos instantes fijamente a los faros sin aminorar el paso. Bajó la vista hasta la aleta izquierda y acarició suavemente su chapa con la mirada hasta llegar a la cintura. Se ruborizó al pensar en el trasero de aquella rancherita y decidió seguir su paso sin ser infiel a la que ya tenÃÂa esperándole en casa.
Al volver la vista al frente no pudo evitar girar el rabillo del ojo para echarle el último vistazo de soslayo cuando -Oh!, no puede ser!- pensó –me ha guiñado un faro!.
Se detuvo en seco y se giró para colocarse frente al Volvo. Habrá sido una alucinación? No puede ser!, se repetÃÂa una y otra vez. JurarÃÂa que…. Pero eso es imposible!.
En ese mismo momento un hombre de aspecto fornido pero ya muy entrado en años y con abundantes canas salÃÂa de un portal cercano. Al ver a aquel hombre parado frente a su Volvo mirándolo fijamente pensó que algo ocurrÃÂa. Se acercó hasta $upervol y le preguntó con voz insegura;
- Perdone? Le pasa algo a mi coche?
- Es suya esta preciosa rancherita? –contestó con otra pregunta $upervol sin dejar de mirar el 245.
- SÃÂ, es mÃÂa. Bueno, mejor dicho, ya casi no. Acabo de comprar otro coche y me voy a deshacer de esta antigualla. Ahora mismo voy al desguace para que la planchen antes de que se oculte el sol.
$upervol se giró bruscamente hacia el individuo sin poder dar crédito a lo que acababa de oÃÂr. Aquel ser canoso con aspecto de persona mayor estaba a punto de cometer un crimen y encima lo decÃÂa tan ancho. Sin vergüenza alguna iba a cometer este atentado premeditado contra algo tan bello y nadie iba a hacer nada por impedirlo?
Se acercó al hombre con cara de pocos amigos y apoyando sus robustos brazos en los hombros de aquel tipo comenzó a zarandearlo como si fuera un muñeco de trapo al tiempo que le gritaba encolerizado;
- Asesino! Viejo por culo! Te mereces que te planchen a ti el nabo y luego te lo hagan tragar!
El pobre anciano sin saber todavÃÂa el origen de aquel enfado no paraba de hacer aspavientos con las manos para intentar soltarse de los brazos que lo aferraban hasta que cayó al suelo. Acto seguido notó el punzante dolor en el pecho de la primera patada recibida. La segunda. A la tercera comenzó a gritar –Por favor! Déjeme! Haré lo que usted quiera pero pare por favor!- mientras unas gotas de sangre le resbalaban por el labio.
$upervol se detuvo consciente de lo que habÃÂa hecho. HabÃÂa perdido los nervios, pero la ocasión asàlo habÃÂa exigido. Qué más podrÃÂa merecer alguien capaz de acometer tal crueldad de forma tan impávida. Se relajó unos instante y volvió la vista de nuevo hacia la rancherita. Esta vez si pudo ver cómo guiñaba el faro de nuevo e inclinaba suavemente el parachoques delantero hacia arriba a modo de sonrisa. Bajó la vista hasta el viejo y le dijo con voz grave;
- Quiero la ranchera!
- Es suya! Llévesela, tome las llaves y es suya- decÃÂa el viejo al tiempo que le tendÃÂa un llavero con el sÃÂmbolo de la marca en el centro.-
- No! Esto no es un robo! A ver cuanto llevo encima…. Hmmm…. Tengo 30 euros. Se la compro!
- Bien! –respondió el anciano con voz temblorosa- tome estas llaves y es suya!
- Gracias. –constestó $upervol al tiempo que cogÃÂa las llaves y se giraba en dirección a la 245- Ah! Y que no vuelva a verle por aquÃÂ. Ha demostrado usted ser una persona infame y sin sentimientos. Espero que desaparezca de este pueblo y no vuelva a verle jamás. –sentenció sin girar la cabeza-.
EPÃÂLOGO
Ese dÃÂa $upervol llegó a casa con su nueva adquisición. Orgulloso de haber salvado un Volvo más de la quema sin escrúpulos de la sociedad de consumo, y contento por lo baratito que le habÃÂa salido. Al menos este anda, que por 30 euros!.....
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