XC60. Es mi coche; no me da vergüenza reconocerlo

juanan

Miembro Habitual
11 Sep 2006
539
219
Madrid
#21
Cuando uno ya tiene una edad (digamos mediana) seguramente haya tenido varios vehículos desde que tuvo el carnet de conducir. Ese caso es el mío y posiblemente también el de muchos de vosotros. Yo he tenido coches muy distintos entre sí; siempre buscando lo que en esa concreta etapa de la vida necesitaba (más o menos kilómetros diarios, mayor o menor capacidad de carga, mayor o menor comodidad, más o menos plazas, funcionalidad y espacio con la llegada de hijos,…). Nunca he sido persona de encasillarme con una determinada marca. Toco madera, pero ninguno de los coches que he tenido me ha dado problemas importantes que me supusieran reparaciones costosas; o sea que no me han dado motivos para cambiar de marca, salvo como digo, las necesidades de buscar un modelo que se adaptara a las circunstancias sobrevenidas de la vida.
Ya, ya, ya sé. Me diréis que esto no es nada novedoso: lo sé.
Esta introducción me sirve para comentar, para quien quiera leerme claro, qué circunstancias son las que me han hecho convertirme en un enamorado de Volvo.
Hace poco, el año pasado concretamente, buscando coche tuve la oportunidad de conseguir uno que estaba en buen estado y con un precio también muy bueno. Era de segunda mano pero casi nuevo; total que me gustó el precio y lo compré. ¡Un cochazo! ¡Qué nuevo está!, ¡qué suerte has tenido!, ¿cómo lo has encontrado?, me decían los amigos y conocidos; en fin, me venía arriba con lo que me decían.


Cada persona busca distintas sensaciones en un coche. A ciertas edades y con unos cuantos miles de kilómetros realizados (a un Volkswagen que tuve le hice quinientos mil kilómetros) uno ya busca unas características determinadas en los coches que a otras edades o no les dábamos importancia o nos pasaban desapercibidas o no sabíamos apreciar la utilidad que nos proporcionaban. Soy consciente que los Volvo parecen atraer a compradores de mediana edad; no son vehículos deportivos, pero tampoco son clásicos; sus diseños han obtenido siempre buena calificación y yo los considero vanguardistas e incluso marcando tendencias sin necesidad de recargarlos en exceso.
Pues fijaros, un año después de comprar ese coche lo he vendido y me he comprado el que de verdad me ha dejado satisfecho: el XC60. Es mi coche.
Y ahora, no me da vergüenza reconocerlo, me siento como un niño el día de Reyes con su deseado juguete: esa sensación me pasó ya con un S60 que tuve, y ahora con más énfasis con mi XC60. Esto de haber conducido alguna vez un Volvo creo que es similar al primer amor de juventud, el que siempre recuerdas gratamente.


Es mi coche. Me sincero con vosotros:
Cuando abro la puerta para montarme en él me recibe con una silueta en el panel de instrumentos que con trazos elegantes dibuja el contorno de mi Volvo; así, sin estridencias, sin sonidos, sin pitidos, como pidiendo permiso para comunicarse conmigo; invitándome a sentarme: ¡pasa, estoy aquí! Es mi coche.
Lo arranco y el ambiente se llena de un sonido sinfónico: un sonido justo: ni grave ni agudo: incluso agradable al oído: una bienvenida y un recordatorio de la magnífica mecánica que existe en su interior. Y me empeño en afinar los sentidos para escuchar un ruido anormal, extraño, un toc toc, un flik flik o un rak rak, pero no lo consigo. Es mi coche. Y veo a través del retrovisor exterior la extensión de su carrocería por la parte trasera, hasta más allá de las luces traseras: ¡qué elegancia! Y apoyo las manos suavemente en el volante y lo acaricio girando las manos: la derecha hacia la izquierda y la izquierda hacia el lado derecho, con el volante quieto; y bajo la mano derecha a la palanca de marchas y la toco con los dedos, con todos, índice, corazón, anular y meñique, quitando uno y poniendo otro, para después agarrar la palanca con fuerza comprobando su tacto, su textura; comprobando cómo se ajusta exactamente a la palma de mi mano. Es mi coche. Y tengo la sensación de que tengo el control de todo, del interior y del exterior, de estribor y de babor, de la carretera por la que circulo: el control casi del mundo; eso solo tiene un nombre: sensación de seguridad; plena integración entre el conductor y el coche: ¿dónde acaba él y empiezo yo? Es una sintonía del ego de cada uno; una prolongación de nuestra personalidad: soy yo con mi Volvo, es mi Volvo conmigo; lo conduzco yo pero me lleva él. Es mi coche.
Y nada, nada le sobra en su interior; cada cosa está en su lugar idóneo, de fácil acceso, de fácil manejo. Su posición de conducción es perfecta, incluso casi altiva, reforzando la sensación de seguridad en la conducción. Su diseño me resulta atemporal: nunca pasará de moda, siempre estará a la vanguardia del diseño automovilístico: marcó tendencias y lo sigue haciendo: líneas sencillas, sin grandes alharacas, sin luces de colores, sin ángulos inútiles, sin necesidad de colgarles abalorios. Es mi coche. Elegante, seguro, serio, imponente: yo creo que incluso los otros coches, cuando se cruzan con él, humillados, bajan la cabeza: ¡ahí viene!, les oigo decir y pasan rápido mirándolo de reojo para evitar enzarzarse en discusiones en las que nunca llevarán razón. Es mi coche.
Y ahora no tengo ninguna duda de que este es el coche que quería: os confieso que él también me quiere a mí, me mima, me abraza en su asiento, me habla, me avisa, me conduce, me lleva, me guía. Y yo, con una actitud infantil, cuando regreso del viaje, antes de cerrar la puerta del garaje, le paso la mano suavemente desde la aleta delantera hasta las luces traseras y me despido de él: ¡hasta mañana guapo!
Por eso tengo, tenemos, un Volvo. Así lo creo. Se me olvidaba, que no recuerdo haberlo dicho: ¡es mi coche!
 

juanan

Miembro Habitual
11 Sep 2006
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Madrid
#22
Eres un poeta , compañero .

Eso que piensas tú lo pensamos y lo sentimos muchos de los que formamos parte de éste foro ,
Yo personalmente lo siento así, aunque no sepa expresarlo como tú.

Como dice el burro , Molas .

Saludos .